miércoles, 16 de marzo de 2016

¿Y los colores?

Los colores también tienen su importancia en esta danza puesto que como se sabe los colores son curativos (Cromoterapia) y podemos usarlos para aumentar nuestra salud y nuestra felicidad. De todas formas cuando una bailarina elige el color de su traje o de su velo no lo hace pensando en querer curar algo o en querer aumentar su salud; lo hace pensando y sintiendo que ese color o esos colores le gustan, le van, conectan con ella. En cada ocasión se podrá elegir distinto color, porque de la misma manera que cambiamos la ropa de diario según nuestra apetencia y estado de ánimo; cambian nuestros sentimientos y deseos con la música o el tipo de baile, con el momento. A menudo nos gusta hacernos nuestros propios trajes, aún sin saber nada de costura, improvisamos con la imaginación algunas prendas que nos puedan sentar bien, exclusivas y creadas con nuestras manos con paciencia e ilusión.
Las ropas de una bailarina y el velo son como una segunda piel. El velo nos protege y nos cubre, nos tapa y nos muestra con su transparencia en el momento deseado. Con el velo se baila y se interactúa, se juega y se comunica. El velo usado de esta forma no tiene mucha antigüedad, parece ser, pero sí que los velos se han estado usando de una u otra manera por la mujer desde que existen.
¿Quién no ha oído hablar de la danza de los siete velos? Una mezcla de mitología y de leyenda llevada a la literatura por Oscar Wilde y al cine por Salomé cuando pidió a cambio de su danza, la cabeza de Juan bautista. Sea como fuere el origen de esta danza lo cierto es que sí tiene su fuerte significado sagrado. La bailarina tiene colgados sobre su traje los siete velos con los siete colores del arco iris que representan las protecciones de las personas, o las máscaras que nos ocultan, diríamos hoy. A medida que baila se va desprendiendo de ellos hasta quedar desnuda. En esta danza la bailarina, la mujer, queda descubierta de sus protecciones, de sus miedos, queda expuesta su cuerpo y su alma, su esencia. El acto de valentía y amor que representa esta danza es de los más grandes que puede hacer una mujer.
Pero volviendo a los colores hablaremos de sus significados dentro de la danza.
El blanco es un color que está en todos los otros colores porque es luz; y la luz está en todas partes. Representa la pureza, lo limpio, lo transparente, la espiritualidad universal, la expansión, incluso el infinito.
El violeta o lila tienen también su significado espiritual de nacimiento, de cambio, de transmutación, de regeneración, de resurgimiento. Es el color de lo femenino porque la feminidad tiene la capacidad creativa innata de resurgimiento y nacimiento continuo.
El azul es el color del Cielo y de Mar y nos da serenidad y paz, nos protege, nos inunda, nos da sabiduría.
El verde es el color de plantas y árboles, de la salud y curación que éstos nos ofrecen, es el color del bienestar y el sosiego, nos da esperanza y futuro
El rojo es el color de la sangre y por tanto de la vida, del vivo fuego, de los sentimientos que bullen, de la pasión y la pura vitalidad, de la acción y la fuerza.
El rosa es el color del amor sentimental que todas las personas deseamos vivir.
El naranja es el color de la alegría, la diversión y el buen humor, del optimismo.
El amarillo o dorado es el color de la iluminación, es luz como el blanco, y es optimismo como el naranja, es la espiritualidad y la sabiduría universal. Es el reflejo del sol y su energía es masculina.
El plateado es el simil y el opuesto del dorado, es energía femenina como el reflejo de la luna, es instinto femenino, es sutiliza, es luz, es también espiritualidad y sabiduría universal.
El negro es el color de la maestría en la danza, es la disciplina y el control, la estabilidad.


Estos y toda la gama posible de colores tienen sus beneficios como un regalo más de la naturaleza del que pocas veces nos percatamos. De nuevo la danza oriental ira descubriéndonos la sabiduría inmensa que poseemos dentro cada una de nosotras, sin darnos cuenta por el ritmo frenético de esta sociedad.



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